Mucho se habla
sobre la utilización de células madre para el tratamiento de enfermedades incluso
ofreciendo curas para diversos tipos de afecciones, mas desgraciadamente estamos
lejos de contar con una terapia milagrosa.
Las llamadas
células madres, o totipotenciales (stem cells en inglés), son las células
encargadas de regenerar los tejidos. El hecho de ser totipotenciales significa
que tienen la capacidad de originar diferentes tipos celulares según el
estímulo que reciban. Se encuentran en mayor proporción en el cuerpo durante la
vida embrionaria e infancia cuando la necesidad del desarrollo y crecimiento
son mayores. Durante la vida adulta, hay grupos celulares como el tejido
germinal o el hematopoyético (que forma la sangre), donde persisten con
actividad, a diferencia de otros como en el sistema nervioso, cuyas neuronas han
perdido la capacidad de regenerarse.
Es así como para
el tratamiento de algunas enfermedades como las leucemias, algunos tipos de
anemias o enfermedades metabólicas con compromiso de la médula ósea (donde se
produce la sangre), el uso de células madre sanguíneas, puede contribuir a la
mejoría de dichas condiciones, especialmente si se aplican durante la infancia
o adolescencia. Se trata del llamado trasplante de precursores hematopoyéticos
o de médula ósea. El método consiste en obtener células madre de un donante
sano e inyectarlas, igual que una transfusión de sangre, al receptor que padece
la enfermedad luego de haber erradicado las células propias anómalas.
Al margen de lo
anterior y si bien tanto en el extranjero como en nuestro país se ofrecen
profusamente tratamientos con el uso de células madre que prometen curar
diversas enfermedades -desde el cáncer hasta enfermedades neurológicas, cardiovasculares
u otras-, hasta hoy no existen estudios serios que avalen esta posibilidad.
Se han hecho
avances en un tipo especial de células madre, las mesenquimales, derivadas de
tejido adiposo. Ocupando la tecnología de reprogramación, algo así como una
“regresión” celular que induce la vuelta a una etapa menos diferenciada, más
inmadura, se logra reconstituir tejido dañado u obtener células que produzcan
sustancias que permitan la reparación de tejidos. Con esta terapia, se ha
avanzado en algunas enfermedades neurológicas, inmunológicas y metabólicas. Lo
anterior ocupa el concepto de que en teoría cualquier célula del organismo
podría diferenciarse o indiferenciarse (madurar o volverse más inmadura) si
recibe el estímulo necesario, ya que la información genética de cada célula,
por muy diferente que se vea, es la misma.
Si bien la ciencia
sigue avanzando, lo claro es que aún queda mucho camino que recorrer en el uso
de las células madre para el tratamiento de enfermedades.
Dr. Fernando Chuecas Saldías
Vicedecano Facultad de Medicina y Ciencia
Universidad San Sebastián
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